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Nikola Mirotic: El hijo del Monte Gorica

El niño de la mirada especial que creció demasiado rápido enamoró a un Real Madrid que hoy disfruta de su mayor acierto desde los tiempos dorados de su cantera. De niño a hombre en Palencia, dictador vistiendo de rojo y referente del líder.


Bajo el pequeño monte. Son solo 107 metros pero bastan para dominar la ciudad. El monte Gorica un buen día se sintió otomano, al otro renació en los brazos de Tito y al tercero lloró mirando al cielo gritando independencia, un 3 de junio de 2006. En ese momento, Nikola Mirotic, empezaba a pensar en blanco al otro lado de Europa.
La Podgorica que huele a Adriático, evadiendo el frío de las pistas de esquí que la rodean, la Podgorica que acaricia Albania, la Podgorica teatral, la de la industria pesada. Capital de Montenegro. Tan minúscula y tan grande. A los pies de ese pequeño gigante nació en febrero del 91, allá cuando la Yugoslavia comenzaba a romperse en cuerpo y alma, un chico con cara de estrella que quería ser futbolista.
”Mis padres y mi hermano jugaban y yo me aficioné”. Era delantero. ¿Cómo narices le defenderían en los corners? Sus centímetros jugaban a su favor. Más lo hicieron cuando su crecimiento sin fin le hicieron cambiar de balón. Adiós al cuero que pateó de los 6 a los 12 años. Hola al naranja que le cambiaría sueños, objetivos y hasta su carné de identidad.
Se hizo muy alto. Tanto que le auguraban ser un 2,13. Habría que probar en el basket. Suerte de Joker School. Nombre burlón, cantera muy seria. Con Jadran Vujacic no había espacio para las bromas. Jugador profesional hace unos 25 años, su reto era crear futuras estrellas en Montenegro desde una modesta escuela de formación con menos de cien jugadores. Parece que funciona. “No sabía jugar al baloncesto y llegué sin saber hacer ni siquiera una entrada, empecé desde cero. Poco a poco mejoré y el recuerdo es muy bonito”.
Su tiro funcionaba, era creativo en el poste bajo, listo en la pista y un trabajador como ninguno. Sentía el basket. “Aunque era su primer año, yo lo veía muy bien, me gustaba cómo jugaba. Siempre pensé que si alguien llegaba, iba a ser él", afirmaba su compañero Nikola Rakocevic, hoy en el Grupo Iruña. “Entrenaba muy bien, tenía talento. En dos meses me di cuenta de su futuro. Sentía el basket de una manera especial, su juego era diferente”, le confesó hace meses Vujacic a César Nanclares para Tubasket.com. “Allí decimos que el jugador se descubre en el vientre de su madre. Llevo 40 años en el baloncesto y con mi experiencia sé sentir cuando llega una estrella”. El flechazo fue mutuo. “Aprendí muchísimo en esa escuela con Vujacic. Hoy sigue siendo mi entrenador y cada rato libre que tengo lo aprovecho para entrenar con él. Siempre estoy en contacto con Jadran porque también me ayuda fuera de la pista. Con él crezco como jugador y como persona”. Desde aquel día, no dejó de hacerlo.

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Artículo de Dani Barranquero en ACB.com

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