Desde el inicio, los bálticos se dispararon en el marcador con un 11-6 de parcial. Los primeros 10 minutos acabaron 25-19. La defensa española no detuvo el dinámico ataque lituano, que buscaba rápido el contragolpe.
En el segundo parcial, ambos tardaron en anotar. Entonces, Ibaka anotó desde fuera el 27-21. Parecía que esta acción supondría un punto de inflexión. Pero no ocurrió. De nuevo España comenzó a errar sus lanzamientos y esos fallos propiciaban los veloces contraataques locales. Cuando la defensa de España lograba rearmarse a tiempo, los locales anotaban con facilidad desde la línea de 6,75.
El problema de España no sólo radicó en el tiro. También notó una falta total de fluidez en la dirección de juego. Calderón disfrutó de pocos minutos, siendo Llull quien más participó como timonel, estando demasiado desorientado. Lituania llegó al descanso con un contundente 50-33.
Tras los primeros cinco minutos del tercer cuarto, se notó cierta mejora en España: 59-44. El poco acierto anotador de los de Scariolo varió, comenzando a convertir los tiros exteriores. Al cuarto final se llegó con 65-58.
En el último, España se acercó, pero no bajó de los cinco puntos de diferencia. Pese a ello, recuperó una de las cualidades que ha definido su juego, la rapidez en ataque, con un renovado Llull. Finalmente, no pudo remontar, aunque lo mejor fue la imagen mostrada en el acto final. Lituania, desde luego, bajó de la nube a España.
Fuente: diariodesevilla.com
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